Te sientas en el borde del reloj y esperas.
Y ves pasar las horas desesperadamente
lentas
mientras tu ojo izquierdo,
ese otro cronómetro del tiempo que no espera, late
cada vez más deprisa,
con la furia desbocada de la sangre que no aguarda
el tic
tac.
Se paran el reloj y el corazón a un tiempo.
La vida se sostiene
en una manecilla que no avanza
y en un nervio del ojo que no cesa.
Desesperadamente.
-->
Muy bueno, Santiago. Muy bonito!!! Que bien descrito ese tiempo de espera por el que todos pasamos en algun momento de nuestra vida.Aplausos
ResponderEliminarFantástico..!
ResponderEliminar