Inocente

Él no sabe cómo 

ha llegado allí. 

No sabe si cayó 

del cielo 

o emergió de la tierra;

si acaba de nacer

o ha visto morir 

anfibios primitivos.

Siente la tibieza 

del sol y se refresca

con los rayos de la luna.

Pero no es consciente

de su propio tamaño: 

no sabe si es 

un estanque o apenas

un humilde charco. Sólo es

una masa de agua:

él es inocente…

Él no sabe nada de Narciso.

A destiempo

Quise rezar y no quedaban ya

dioses ni cielo

y el infierno del que huir 

tampoco me llamaba. 

Quise hacerme a la mar 

y el océano 

se había hecho desierto. 

Quise caminar errante 

y no quedaban 

senderos sin balizar. 

Quise escribir un poema 

y no encontraba los versos.

Quise volver a soñar 

despierto y me dormía,

y entonces no soñaba.

Quise estar solo 

y el mundo era una fiesta.

Quise después compañía…

Pero ya te habías ido.

Simplezas

Brilla el sol y hace frío.

Qué verso 

tan simple y tan absurdo 

si sólo significara

que brilla el sol.

Y que hace frío.

Año ¿nuevo?

Suena otra vez, no la campanada, 
su eco en el salón 
                 vacío 
en el que cada año apuras 
sus últimos segundos,
los primeros del que viene,
ajeno a la alegría (¿será real?)
que se desata fuera.
No, no es tristeza exactamente 
aunque no te sumes a la algarabía.
Es sólo el paso del tiempo:
idéntico, si no peor, 
el que viene y el que se marcha… 
Y, en cualquier caso, tiempo que no
se detiene, soledad
que lo acompaña.

No sabes

No. No lo sabes.
No lo sabes porque 
no lo digo
y aunque lo dijera quizá 
tampoco lo sabrías 
porque nunca se dice 
todo lo que se cree estar diciendo.
Porque las palabras
también mienten 
o no bastan. 
O son demasiadas 
y tampoco sirven.
Imposible saberlo.

Estación

Alguien dijo “la noche

es el estado natural del cielo”.

Del mismo modo la tristeza es 

el estado natural 

del otoño que no obstante 

arranca risas del crujir de hojas 

y sueña primaveras. 

Pero hay una pena como de vía muerta, 

de estación (casi) derruida 

entre el calor y la nieve. 

Ni azul ni blanco: ocre y gris.

Estación de olvido abandonada,

otoño del corazón: no pasan trenes.