Otro cuento

Una vez, conocí a un poeta
que se preciaba de serlo.
Y cuanto más se preciaba,
menos poeta era.
Y conocí a dos poetisas
(aunque sea palabra maldita)
que siempre negaron serlo.
Y cuanto más se negaban,
más poetisas (o poetas) eran.

Una vez, conocí a un gato 
(Ícaro, se llamaba)
que se creía tigre y cazaba mariposas.
Y conocí a un perro 
(Cholo era su nombre)
que se creía lobo y aullaba 
siempre al alba y al resto de animales.

Y una vez vi en el espejo
a un fantasma 
que se creía un hombre. 

Cuentos

Pero al final el lobo
se comió a Caperucita.
Campanilla jamás existió 
y Peter Pan se hizo viejo
sin vencer a ningún Garfio.
Hansel y Gretel mataron a la bruja,
pero nunca hubo una casa comestible.
Nos han engañado
con todos esos cuentos. 
Y el peor cuento de todos,
y el mejor,
es esa cosa que llamamos “vida”.

Zombi

No tengo lengua: 
me la he comido para no hablar.
No tengo dedos: 
me los he cortado para no escribir.
No tengo cerebro:
me lo he extirpado para no pensar.
No tengo corazón:
me lo he arrancado para no sentir.

Y, a pesar de todo, 
sigo viviendo... para no morir.

Abandono

He dejado de lavarme los dientes.
He dejado de ducharme, de afeitarme,
de vestirme, de salir a la calle.
He dejado de leer y estoy a un paso
de dejar de escribir.
He dejado de dormir porque así, además,
no tengo que levantarme.

Me he mudado, por fin,
a vivir a mi caverna: esa de la que nunca
debí salir. 
Esa a la que nadie viene 
porque nadie sabe dónde está...
ni falta que les hace.

1-0

Nunca he pretendido ser poeta.
Y la prueba es 
que sólo escribo de lo que voy viviendo 
como haría un cronista deportivo
del partido que se está jugando. 
El problema es 
cuando no tienes ni idea de deporte,
ni sabes a lo que se juega.
El problema es 
cuando no tienes ni idea de la vida.

Memeces


El azar me ha llevado a la calle Bailén
y mi propia estupidez a la puerta de “María Pandora”...
Aún quedaba por allí 
un reguero de lágrimas que no sé 
-pero intuyo-
a quién pertenecen...

(Y aún hay quien a esta memez
lo llamará “poesía”.
Y yo mientras, sólo, tratando de seguir 
ese reguero).

Epílogo para un blog

Es mentira: escribir
no alivia ninguna pena.
Y leer penas de otros 
sólo enciende el silencio 
de las propias palabras.
Nos han engañado 
con novelas, con diarios,
con las frases pretenciosas,
con los aforismos 
y con los versos hechos para enamorar...
sobre todo con esos.
Es todo mentira.
El dolor no tiene palabras.
El amor, tampoco.
Se siente. No se dice. 
Y, sin embargo, callar también es solamente 
otra forma de morir. 

Hasta siempre

Tú querías distancia y silencio.
Y yo callé; me fui muy lejos.
Tanto, que ya no sé dónde estoy
y he perdido la facultad de hablar.
Pero nada importa 
si no sé dónde habito
o si he olvidado el lenguaje.
Sólo deseo que,
en el fondo de tu alma,
hayas encontrado 
lo que yo he perdido.

Así...

Así el silencio
como la muerte.
Tan parecidos que podrían 
ser la misma cosa.
Aunque también los vivos
callen.