No os confundáis

No significa que no estés cansado
que no te sientes al borde del camino.
Que no dejes de nadar no implica
que logres atisbar la playa.
Que no mires fijamente no supone 
que no veas incluso entre las sombras.
No dejaste de sufrir aunque no llores 
ni eres menos feliz cuando no ríes.
Que no hables 
no es que no tengas nada que decir. 
Que no haya más respuestas
no te ha eliminado las preguntas.
Que hayas dejado de decir te quiero
no significa que no ames.
Que te atormente el insomnio,
que no duermas,
no quiere decir 
que hayas renunciado al sueño.

No escrito

Que no escribo, decís…
Y es porque no leéis 
los surcos de mis manos, 
huérfanos de caricia.
No escucháis el ritmo ni la rima interna 
de un latido desbocado
ante un simple número, una foto.
No percibís el brillo en la pupila que se ensancha
al distinguir la estela
de un avión entre las nubes. 
No se puede apreciar el trabajo del yunque y del martillo
mandando la emoción del sonido de una voz 
a las neuronas. 
No habéis descubierto aún ciertos recelos, 
la tristeza escondida tras la solapilla 
de un libro que no verá la luz.

Pero fijaos bien, 
escuchad con atención el sonido del silencio:
no todos los poemas 
tienen que estar escritos.