Amanecer

Deja que te envuelva la bruma,
que la niebla sea tu compañera 
y la tibia humedad de la mañana
te cale hasta los huesos
y te limpie hasta las vísceras. 
Camina entre abedules y eucaliptos
sin rumbo, sin saber qué es el norte 
y dónde el sur,
hasta que tus pies cansados 
te detengan a un lado del bosque 
y descubras, tan lejos y tan cerca,
un sol nuevo que brilla 
solamente para ti. 

El (merecido) destierro

¡Ah!, musa de los poetas, 

¿por qué me has abandonado? 


-Ni una interjección más.


¡Oh!, ¿por qué me hablas así,

lacerando -¡ay!- 

mi maltrecha escritura?


-Se acabó. ¿Te has creído 

que eres Bécquer 

o Fray Luis de León? 

Mete en una maleta 

tus interjecciones

y arde en el infierno

aburrido y sin ritmo de la prosa…


O, mejor, cállate para siempre.