Hay una calma como
de verso de Valery
(¿la paz del
cementerio?),
una tranquilidad
de jazz suave
(susurra la
trompeta de Chet Baker),
como en una
mañana en la que nadie muere
en el mundo.
¿Será posible acaso
una sola mañana en
la que nadie
-ni siquiera una mosca
o una cucaracha;
ni una flor-,
nadie
absolutamente nadie
muera?
Si hay noches que no morimos
¿por qué es tan
difícil
resucitar
cada mañana?