Mosca

Hace no mucho tiempo, 
apenas el batir de alas 
de una mosca de la fruta como yo,
era como vosotros: 
me atraían las luces como a las polillas 
y las fresas de cera perfumadas 
con el falso aroma de la fresa.
Pero aprendí a volar,
a distinguir la fruta natural
de la de goma.
No, no soy ni mucho menos 
mejor persona que ninguno de vosotros.
Ni mejor mosca que las moscas verdes
que encuentran su alimento 
entre la podredumbre.
Sólo he aprendido a volar 
y a darme cabezazos contra vuestros cristales.
Desde ellos se ven muchos frutos 
que parecen maduros estando podridos
o que parecen verdes siendo viejos.
Yo me conformo con dejar simiente.
Total, sólo voy a vivir una semana...
nadie podrá quitarme lo volao.

Consciencia de la cárcel

Prisionero en una celda que no es tuya,
de un reloj, un calendario
que no te pertenecen pero dictan:
es la hora de comer (aunque no tengas hambre);
es la hora de dormir (aunque no te queden sueños);
es la hora de querer; es la hora de olvidar
(o que te olviden);
es el día de la felicidad; es el mes 
de la tristeza; 
es el año de otro desconcierto; 
es el siglo que no te pertenece: 
lo mismo que tu casa y tu reloj,
tu calendario.

Prisionero en un tiempo y en un cuerpo sin alma
que no te pertenecen, prisionero
contemplando a hombres que se dicen libres.


Frente al mar

Unos prefieren la orilla y otros
aventurarse mar adentro 
con la única fuerza de su nado.
Unos prefieren un selfie y otros
contemplar el horizonte.
Unos no dudarían en correr
para salvar a un niño
y otros llamarían presurosos
al uno-uno-dos.
Unos guardan la ropa bajo una toalla
y otros van desnudos.
Unos bucean para observar los peces,
las medusas danzando,
y otros llevan en sus barcos 
grandes redes de arrastre.
Unos miran para todas partes 
y se olvidan 
de los niños que juegan a su lado.
Otros hacen con ellos castilllos en la arena.

Y yo hace ya tiempo 
que no me acerco al mar.

Avecillas

Tengo un gorrión.
Y tengo un colibrí.
En realidad, no son míos:
van y vienen a su antojo
                                      a mi jardín 
o al antojo de los vientos.
Si quieren saben
que en mi casa está su nido.

De Bergerac

Prefiero ser Cyrano que Christian.
Prefiero morir sólo pero libre.
Que una viga me parta la crisma
y que un amor me pare el corazón. 
Prefiero no deberle a nadie nada.
Y que nadie me adeude.
Prefiero la verdad (incluso la que duele)
a la mentira (incluso la que alivia).
Prefiero la sombra 
si a otros les cura la luz.
No soy mejor que nadie. 
Ni peor.
No soy nadie. No soy nada. 
Pero soy. 

(Y para lo demás: “no, gracias”)

Liberto

Ya no dependo de la pluma ni del verso.
Ya no dependo de los ojos que me lean. 
Ya no dependo del azul del cielo ni del mar.
Ya no escribo. Ya no leo.
Ya no veo las noticias ni consulto
las redes sociales.

Ya no creo en el futuro...
(“Ya no creo ni en mí mismo”).

Ya no creo en la verdad 
pero no dependo de ello
y por eso mismo finjo
que me creo las mentiras.

Ya nadie puede verme.

Ya estoy muerto.