La bufanda

 Siempre quise aprender a tejer. “Hacer punto”, se decía. Mi madre y mis abuelas trataron de enseñarme. En mi casa no importaba, como en otras, que eso “no fuese para chicos”. Simplemente, es que soy muy torpe para cualquier actividad manual. No dibujo, no modelo, no tallo ni esculpo… Incluso tengo mala letra porque la caligrafía también es un arte. De instrumentos musicales ni hablamos, porque a la torpeza se une la absoluta falta de oído. Creo que yo, con las manos, solo se hacer amagos de caricia… en el aire. 
Pero hoy he cogido un ovillo de lana y he decidido volver a intentarlo. Nada mas sentarme, el gato ha empujado el ovillo, la bola ha empezado a rodar; los hilos, perseguidos por diez uñas afiladas, a enredarse aquí y allá. 
No he encontrado el extremo. Toda la habitación llena de lana, nudos, lazadas caprichosas en torno a la pata de una silla… Y ninguna punta de la que tirar, por la que empezar, si no a tejer, al menos a ovillar de nuevo. Sin un extremo al que asirse, es imposible. La lana así, desovillada, no es ya una promesa de algo entrelazado con forma de jersey o de bufanda. Es un laberinto.

No importa. Seguro que tampoco habría conseguido someterla a las agujas. 
Y, además, las bufandas abrigan, pero también ahogan a veces. 

6 comentarios:

  1. Siempre debemos oír a las madres y a las amigas que nos quieren.. Precioso escrito...

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    1. Siempre escucho a las madres… a la natural y a la adoptiva 😉😏😊🥰🥰😘😘

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  2. Me encanta este poema, Santiago!!! Es todo un relato lleno de ternura. Una situación tan cotidiana descrita con tanta belleza...👏👏👏🌼🌼🌼

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    1. “Poema”, lo que se dice poema no sé si es… pero “para la ternura siempre hay tiempo”. Muchas gracias, Gimm. 🥰

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  3. Precioso poema!!! La bufanda y todo su proceso de hacer y deshacer, tejer y enredarse el hilo puede ser una alegoría de la vida misma. Enhorabuena, poeta.!!!👏 👏 👏

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    1. Sí, mejor tomarse la vida con “alegoría”, que “toristezas” ya hay muchas 😂😂. Gracias, Berta. 😘😘

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