Lo veo venir corriendo.
Se detiene frente a mí.
Yo me siento en el suelo
y lo miro a los ojos.
Se acerca despacio.
Me lame las manos.
Y después
me destroza el cuello a dentelladas.
Tras él, la manada observa.
El lobo nunca está solo.
Me incorporo.
Una hembra me lame las heridas.
Aúllo. Me marcho con ellos.
El jefe, el macho alfa,
se llama Amor.
No se sabe todavía porqué se busca la manada y si se sabe del dolor...
ResponderEliminarbendito dolor!que causará seguirla..
Un poema precioso,Sr.Merlo
Pues por eso... porque bendito dolor... Muchas gracias, Sra. Diez.
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