Caminante

Empezaste a caminar
en el momento exacto en que te abandonaban
las últimas fuerzas,
como un chispazo antes
del colapso total
y el anquilosamiento.
Pero desde ese instante cada paso
te acerca un poco más
a la meta que aún no se vislumbra,
que permanece oculta entre la niebla
de este otoño gris, frío de pronto
que oxigena el rostro,
que dilata las fosas nasales
y vuelve soportable
el sofoco interior del caminante.
Porque tu paso es firme, decidido
aún entre la bruma
y te sientes ligera, impulsada
por ese corazón que no quiso pararse
y ahora late
con la dulce cadencia
del sonido del viento racheado
entre las hojas.
Sigue adelante, no
detengas tus pasos
al borde del camino: un poco más allá
hay algo –o alguien, ella, yo…-

que te sigue esperando.

©Santiago Pérez Merlo
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Kiyo Murakami

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