saltan de lado a lado
incluso en la piel dura de elefante
de algunas alegrías.
Son como garrapatas que succionan la sangre
de los momentos de felicidad
y engordan hacia dentro:
aunque pierdan su cuerpo de tristeza,
dejan en tu interior
su cabecita puntiaguda y crecen
debajo del pelaje más suave.
Lombrices que devoran las risas
y las miradas tiernas,
las caricias, los besos
y hasta las mariposas
que revoloteaban
ajenas al infecto gusano insaciable.
Por suerte el organismo
de la alegría es fuerte.
Y después de la fiebre, la náusea, la jaqueca...
Y después de la fiebre, la náusea, la jaqueca...
los acaba expulsando.
©Santiago Pérez Merlo
©Santiago Pérez Merlo
No hay comentarios:
Publicar un comentario