Hay una estrella muerta
colgando de una espina
en el viejo rosal
que trepaba la verja de la casa
que cerramos ayer.
No murió
de muerte natural. Nadie
le disparó ni se agotó
de vieja, apagada su luz
hace miles de años.
Simplemente,
dejaron de mirarla.
©Santiago Pérez Merlo
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