-"así siempre, como agua, flor o llama,
vuelves entre la sombra, fuerza oculta”-,
sirve de improvisada mesa: dos tazas de café,
un cenicero. Tú y yo,
sentados frente a frente.
Tú con mi camiseta gris; debajo, nada.
A los pies de la cama, el perro duerme
y de cuando en cuando alza el hocico,
nos mira y vuelve a respirar pausado.
No hay música, ni apenas luz
más que la que permite adivinarnos
-porque yo ya te sé y tú me sabes-.
Fuera de aquí no hay nada
y si lo hay, no importa nada hoy.
Aquí estamos a salvo.
©Santiago Pérez Merlo
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