Avispas

El aguijón, la punzada en el costado 
y el manoteo inconsciente 
espantando las avispas que no existen y aún así 
zumban machaconamente,
te perforan los tímpanos e inoculan 
su rayado veneno
en la plácida noche de tu sueño feliz.
Quisieras poner fin, salir del bucle 
de la infecta pesadilla del insecto tenaz
pero no puedes. 
Y por fin te despiertas,
lleno de picaduras.

©Santiago Pérez Merlo

1 comentario:

  1. Pesadillas de adolescente..Las cura el tiempo hábilmente ayudado..Precioso poema!

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