El aguijón, la punzada en el costado
y el manoteo inconsciente
espantando las avispas que no existen y aún así
zumban machaconamente,
te perforan los tímpanos e inoculan
su rayado veneno
en la plácida noche de tu sueño feliz.
Quisieras poner fin, salir del bucle
de la infecta pesadilla del insecto tenaz
pero no puedes.
Y por fin te despiertas,
lleno de picaduras.
©Santiago Pérez Merlo
Pesadillas de adolescente..Las cura el tiempo hábilmente ayudado..Precioso poema!
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