Al otro lado, un hombre.
Pero ambos son dos caras
del mismo ser humano.
Ambos miran curiosos, sorprendidos de ver
lo que no se veía.
No se han desdoblado,
no han cambiado de sexo.
Cada uno es quien es
y cada uno es el otro.
Y no ven un reflejo.
Lo que se ve es amor.
©Santiago Pérez Merlo
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