El seto

Estaba ya de pie. 
Me iba a casa. 
No sé si más café es lo que necesito.
Pero corre cierta brisa 
en medio del bochorno
y un sistema diabólico del bar 
me fumiga a cada rato
como si fuera un seto de aligustre.
Veo a mi alrededor 
señoras enjoyadas -mucha perla- 
y señores camino de los toros.
Debería moverme.
No hago nada aquí 
más que leer poemas de Vitale
y recordar
que amo a una mujer.
Nadie me espera en casa,
pero nunca estoy solo.
Aquí hay gorriones, además.
Ahora viene un señor 
y, con una trompeta,
destroza "A mi manera" y me parece
música celestial.
Según se mire, eso es mucho bagaje
para un seto.

©Santiago Pérez Merlo

No hay comentarios:

Publicar un comentario