Sueños de cine


Hay que escribir los poemas
antes de que el insomnio o la vigilia
te dicten los versos.
Si los dejas venir antes de tiempo,
cuando aún tienes el cuaderno
en las rodillas y el boli entre los dientes,
corres el riesgo de que traigan
de golpe recuerdos y fantasmas
y mitos eróticos y escenas
de películas distorsionadas.
Confundes a Loise Lane con la Princesa Leia
y a Galadriel o Arwen con La Princesa Prometida
(en todos los cuentos hay una princesa).
Confundes a los mitos vivos con los que murieron
antes de que tú nacieras,
como confundías hace años
a Cary Grant con James Stewart
o a Natalie Wood con Ingrid Bergman.
Confundes, y es peor, la realidad futura
que imaginas con un pasado
que ya no sabes si alguna vez fue cierto
y con este presente,
que en ese instante de camino al sueño
te dispara la serotonina.
Entonces quieres ser el dueño
de los labios que besan a la Bella Durmiente
pero acabas siendo la madre de Bambi,
quieres ser el bueno de la película de gángsters
y es la cara cortada de Capone la que ves en tu sueño.
Quieres escribir un poema-homenaje
al séptimo arte
y acabas divagando
y escribiendo estos versos.

©Santiago Pérez Merlo

Fotograma de "Cinema Paradiso"

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