Madrugada

Es el mismo sendero que anoche transitabas
a tientas con la única luz de las estrellas.
Es el mismo camino que ya has recorrido
tantas veces bajo la luz del sol,
al caer de la tarde o en esas madrugadas
cuando la paz del campo no es silencio
sino una algarabía de zumbidos,
de trinos, de rumores de agua despertando
con ganas de jugar corriente abajo.
Es el mismo -decía- y es cada día distinto,
diferente en una y otra hora. Como tú
eres el mismo y eres diferente
y permanece sólo, inmutable y eterno,

el latido.

©Santiago Pérez Merlo

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