que desde mi ventana veo
una luz en tu casa, aún encendida.
No parece posible porque mi ventana
no es tan alta y tú estas lejos,
pero hay luz y distingo
una silueta. Es casi como un cuadro
de Hopper, pero en sombras chinescas.
Sí, ya no me cabe duda: eres tú
y estás leyendo -rodillas recogidas-
o miras (¿hacia mí?) por tu ventana.
Un parpadeo. Ahora lo veo más claro:
no eres tú; ni esa es tu casa.
La luz es una luz de la casa de enfrente
-basta cruzar la calle, no muy ancha-
y sí, distingo una figura.
Y quizá seas tú.
Porque no sé quién eres.
Juegas con el pensamiento para llegar al final y sorprender. Muy original.Un gusto leerte, Santiago
ResponderEliminarHoy si..!!Momento de búsqueda en ese precioso poema..!
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