La carta

Es extraño sentarse ante un papel en blanco
sin saber si uno quiere escribir
una carta de amor, una receta
de pollo en pepitoria,
una sesuda crítica de cine
o un simple mensaje de correo,
una retahíla de preguntas
que no encontré ocasión de formularte.
Uno se sienta ante el papel en blanco
por la propia costumbre de enfrentarlo,
como quien va al psicoanalista
o acude al confesor sin tener del todo claro
qué enajenación (si es transitoria o no…) padece
o qué pecados se pueden cometer
si jamás se ha creído en el pecado.
Pero se sienta. Y lo llena, lo emborrona
de frases inconexas
que hablan de recetas y de tardes soñando
con pecar desde antes de la cola para entrar al cine;
y de criticar ferozmente
a los psicoanalistas y escribirte
correos de amor para que no los leas.

Cada vez tengo menos certezas,
pero conservo algunas:
mi mejor carta de amor 
es mi papel en blanco…
                                     para que tú nos llenes.

©Santiago Pérez Merlo


3 comentarios:

  1. Siempre sorprendes, Santiago. El final, muy bueno.Adelante, sigue así...

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  2. Pero quienes te leemos deseamos que llenes ese papel en blanco de versos y poemas como este...un disfrute!!!

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  3. Precioso y rotundo.
    Pedazo poeta eres Santiago. Enhorabuena. Abrazo

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