Seccionar en oblicuo
una idea,
un verso,
una palabra
escogidos al azar
y juntarlos sobre tierra
mojada
-importante el
sustrato-
con los otros
esquejes
que has ido
acumulando a lo largo del tiempo.
Esperar el
milagro de la osmosis
y conseguir así
inventar una
especie, una corola
nunca vista o
unas hojas
de color imposible,
y dejarla crecer
y trasplantarla
de su pequeña
maceta
a la intemperie
del jardín
-nada de
invernaderos, por favor-.
Y esquejarla de
nuevo,
repetir el
proceso ad infinitum
e ir sembrando
las semillas nuevas,
regalando las
flores y limpiando
con ternura las
hojas más recientes
y dejando morir
y caer
y pudrirse
-más sustrato,
alimento-
las que mueran de muerte natural.
Precioso, Santiago!!! Me gusta mucho la jardinería y este simil con las palbras de un poema me ha encantado...
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