Me llamo Santiago

No me llamo David por los pelos y no habría renegado
de ciertas tradiciones que me hubieran convertido
en Juan Pérez, esa especie de Juan Nadie.
No me llamo Francisco aunque una vez
-cuando era un joven delgado y casi macilento-
me compararan con el santo amigo de los animales.
Me llamo Santiago y para que así me llame
-parafraseando a Ángel González-
fue necesario (es un decir, lógicamente)
que otro Santiago muriera (era mi abuelo).
Se mantenía así el precario equilibrio
de esta cosa absurda que es nuestro paso por la tierra.

El caso es que me llamo Santiago y, así dicho,
incluso a mí me suena exagerado, demasiado contundente
para quien uno intenta ser en este mundo.
No me gusta tampoco ni reniego
del más menudo "Santi" o del mínimo "San" que alguna vez he sido.
Pero me llamo Santiago, para bien o para mal,
como el supuesto hermano de Jesús
y, como él, me escudo
en una biografía un poco sospechosa
y no aspiro a dejar más memoria de mí
que en los tres o en los cuatro
-no contéis, ya lo he hecho-
jovenzuelos amigos que si todo va bien

me sobrevivan.

©Santiago Pérez Merlo

5 comentarios:

  1. Gracias por lo de jovenzuelo. Aunque está usté también hecho un chaval...

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  2. A mi me gusta tu nombre. Y más aùn quien lo lleva. Por aquí te seguía y seguiré mientras tu quieras. El texto fantástico. Sin alardeos ni superpalabras que no sirven de nada. Abrazo.

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  3. Pues seguiremos por aquí. Yo voy donde el corazón (tuyo) me lleve.

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  4. Pues aquí estaré para lo que gustes publicar.

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  5. Cuando escribió ésto,Sr.Merlo...no me conocía a mi..que soy solo comentarista y escribidora...y admiradora de su obra.

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