La escalada

Y canto, y desafino.
Intento dibujar: sólo garabateo.
Pruebo a hacer un discurso
y apenas un rebuzno sale de mi garganta.
Intento la escalada aún a sabiendas
que jamás alcanzaré
la cima.
Pero camino.
Cada vez está más lejos.
Corro entonces. Y es peor.
Me paro a descansar en una cueva.
Y no hay nadie. 

Nadie viene en mi busca tampoco.
Reemprenderé el ascenso.
Aunque no llegue nunca.
Escalaré aferrado sólo a mis torpes manos,
sin arnés y sin cuerda,
si la pared se vuelve vertical.
Pero me caigo.
Seguiré pese a todo.
Detenerse no es ninguna opción.
Como mucho, 
morir en el intento.

©Santiago Pérez Merlo

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