Una lágrima

Sólo una, una única lágrima
se anuda a mi garganta
con la misma tenaz obstinación
que le niega el derecho de aflorar
al lagrimal que espera, inútilmente,
que decida caer y liberar la soga
que no sabe qué ata.
¿Es la cuerda nudosa del pasado
o el sedal transparente del futuro
quien amarra

la gota cristalina que no sabe salir?
Pero de pronto
                        tiembla
y cae,
cuando nadie esperaba
el pueril desenlace.
Y algo parecido a la serenidad
se acomoda en tu rostro.
No volveré a llorar.

©Santiago Pérez Merlo
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