y encuentro pasaportes y salvoconductos
que me llevan de vuelta a mis infiernos.
Cruzaba temeroso la frontera por si un día
no dejaban
que volviera a salir.
Pero paseo tranquilo, como por ese oscuro bosque
en el que nadie entra
porque no lo conocen, pero yo
hablo con cada árbol y con cada peñasco.
Y hablo con la sombra cuando no queda luz.
Porque sé dónde está la salida.
Y sé que existe algo así como un ángel
que me ha rescatado para la eternidad
en su luz infinita.
©Santiago Pérez Merlo
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