Olvidadla...

Olvidadla. Dejadla respirar. Se ahoga.
Alejadla
de los recitales y las misas paganas.
Mantenedla lejos de las redes sociales
y de los eventos de santos bebedores.
Acercadla a hombres y mujeres
de buen corazón -alguno queda-
y dejadla escapar de los falsos profetas...
o los falsos poetas, que viene a ser lo mismo.
Ella no es ella cuando arrastráis su nombre.
Yo prometo cumplir con mi parte
aunque ni en sueños
me haya acercado nunca 

al lecho en el que duerme, agotada, la poesía.

©Santiago Pérez Merlo

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