Ciento ochenta grados

No quiero ser el niño que tira del abrigo
demandando atención
ni ese otro que obliga a contemplar el mundo
haciendo el pino como si esa fuera
la buena perspectiva.
Debería caminar
hacia eso que llaman madurez y, sin embargo,
me surgen muchas dudas:
¿Por qué anuncia el gallo el alba
si luego no amanece?
¿Por qué alumbra el faro las afiladas rocas
en lugar de la bocana?
¿Por qué mi brazo izquierdo en el espejo
es el brazo izquierdo que yo he levantado?
¿Por qué ha dado las dos el reloj de la plaza
si acaba de sonar
tres veces el de la otra torre?
¿Quién le ha dado y por qué la vuelta al universo
que todo está al revés de como debería?
¿O soy yo quien ha girado 

en el sentido inverso de la vida?

©Santiago Pérez Merlo

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