Y es pueril desde luego
pedir explicaciones
en estas circunstancias.
Sé además que no tengo
el mínimo derecho.
Pero, discúlpame, necesito saberlo.
Necesito un porqué
que me ate otra vez a la tierra
y me permita
seguir viviendo como si fuera un hombre.
Ayer, sin ir más lejos,
nuestros labios se rozaron y ese roce
leve
podía significar...
O hace unos cuantos días,
cuando pasábamos las tardes
en uno de esos bares anodinos.
Incluso, hace más tiempo
-no tanto, si lo piensas-,
compartimos algunas confidencias
y unas cuantas risas.
Pero ¿esto?
¿Puedes decirme en serio qué ha pasado?
¿Cómo ha podido ser
que nos queramos tanto?
©Santiago Pérez Merlo
©Santiago Pérez Merlo
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