Fumar mata

Me tendió a medio gastar
la cajetilla y  dijo “quédatelo;
de donde vengo
es más barato y adonde voy
ya no los necesito”.
Yo no supe si sentirme
el príncipe o el mendigo,
pero acepté el regalo
y los fumé despacio,
temiendo que en alguno
de aquellos cigarrillos se escondiera
la muerte
o quizás una promesa
de la felicidad más absoluta.
Y yo ya no estuviera para verlo.

©Santiago Pérez Merlo

1 comentario:

  1. Bueno, bueno...de nuevo describe toda una historia que bien podría ser la letra de un bolero o de una canción de Sabina. Me gusta!!!

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