"Si hay
que pisar cristales, que sean de Bohemia, corazón" (Joaquín Sabina y
Benjamín Prado).
Hace dos años ya
crucé el Puente de Carlos como cruzan
las tropas derrotadas
las líneas enemigas: entre rumores,
burlas y la oculta compasión
del vencedor que sabe
lo caprichoso de la suerte
en la batalla.
No había sin embargo ganadores
ni perdimos allí
nada que no se hubiera
perdido de antemano.
Tú -espero que perdones que te otorgue
Esta vez la segunda persona del poema-.
Tú, decía, tenías en la mirada
la angustia del ahogado que no sabe
si desea salvarse todavía
o que la pesadilla se termine
-quizás empiece el sueño-.
Yo te dejaba hacer y te observaba
como el ministro que consulta el mapa
de la guerra lejana
desde el sillón de piel de su despacho:
la guerra ya se había decidido.
...
No quiero recordar
Praga
como una guerra. Praga
fue, estoy seguro, el armisticio
previo
al tratado de paz definitivo.
Y no echo de menos
nada de aquellos días,
no siento la ciudad más fea
ni Kafka me parece más kafkiano
por el absurdo engaño que era
aquel viaje.
No hay nostalgia de ti
y no tengo reparo
en regresar
a orillas del Moldava.
Precioso, Santiago.¡Como has mezclado la nostalgia con lo que, al parecer no fue una guerra ganada ni vencida,sino una liberación!
ResponderEliminarMaravilloso. En serio , cada día mejor. Enhorabuena Santiago. Abrazo
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