Primero hay que
encontrarla, separarla
de la tierra y de
la broza,
de los huesos de
los muertos que enterramos
y de los que, inevitablemente,
nos vamos
encontrando escarbando
y excavando
cada
vez
más
hondo.
Dejar a un lado
también lo que parecen
restos
importantes, memoria de otro tiempo
y no son más que
estorbos, bagatelas.
Después habrá que
aislarla,
delimitar sus
formas, sus contornos,
el alcance del
hallazgo y su tamaño
para limpiarla, apartar
con el pincel
los restos de suciedad,
el polvo que la
opaca.
Ahora está lista.
Y es nuestra.
Sujetarla con
cuidado:
es delicada, es frágil
y es valiosa.
Ponerla junto al
resto
de palabras.
Y terminar
el poema.
;)
ResponderEliminarGenial, Santiago. Se te da genial llevar al lector por una linea de pensamiento y en último momento, cambiar y terminar de forma sorprendente...Enhorabuena!
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