El tocón del almendro
conserva la huella de unos pies diminutos.
Por el brocal del pozo -aun cegado-
sube el eco de una risa infantil,
una canción.
En la leñera se oye
el suspiro de esfuerzo de la primera vez
que el niño fue capaz de alzar el hacha.
Más allá, siguen pasando trenes,
siguen croando ranas junto al río
angosto que apenas lleva agua, un caño,
pero con ella canta.
Y si todo sigue igual,
¿dónde la inocencia de la primavera?,
¿dónde la infancia?
©Santiago Pérez Merlo
La infancia sigue siempre en el corazón...Hay que buscarla y no perderla ...no dejar que se vaya núnca....
ResponderEliminarEn cierto modo sí se pierde... y creo que es bueno que así sea. Lo veo en mi hija 😊
ResponderEliminar🤔🤔🤔
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