Como uno de esos viejos leones
de los zoos,
cansados y aburridos
pero aún conservando la sabana
en la retina -o quizá sólo en los genes-
doy vueltas por la casa y recorro el pasillo
y abro y cierro armarios y acaricio
los pocos enseres tuyos que hay aquí.
Y me vuelvo a sentar
o cojo un libro en el que apenas puedo
fijar la atención.
O abro la nevera pero no hay gacelas vivas para cenar.
El viejo león está aburrido y solo
en esta jaula de su propio pensamiento.
©Santiago Pérez Merlo
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