envuelto en una manta sobre un carro de maletas
le pide un cigarrillo a un ejecutivo
con un traje impecable sucio de polvo blanco
(son las seis de la mañana).
Diez o doce mujeres bulliciosas
ríen como si aún
no se hubieran acostado
(parece que una de ellas dejará de ser soltera).
Una joven pareja trata de mantener callado a un niño
que no sabe dónde está ni a dónde viaja.
Otra pareja, con algo más de edad,
entrelaza las manos y se mira a los ojos
como si el cielo
estuviera realmente en ese avión.
Y hay una mujer sola (edad indefinida
entre los treinta años y la muerte)
que lee un libro. Y otra, más allá,
que pasa páginas absurdas en color de una revista.
Y hay un hombre que observa,
parece tomar notas en un viejo cuaderno
y bebe su café a pequeños sorbos.
Tal vez es un poeta...
O sólo un hombre más que mira
todo cuanto le rodea
y pinta un lienzo
que deja abandonado
en una terminal del aeropuerto.
©Santiago Pérez Merlo
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