El arma

Tomo a veces la pluma como quien
empuñara un revólver 
en una habitación a oscuras.
Los ojos muy abiertos,
vano intento de distinguir 
a la sombra enemiga entre las sombras.
El pulso tembloroso 
y la mano insegura que sostiene
esa arma que apunta 
hacia ninguna parte 
y hacia todas.
Y acaba por volarse la tapa de los sesos.

©Santiago Pérez Merlo


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