Nunca me
gustaron los tríos
ni en el póker
ni fuera del tapete.
Poca jugada para
cualquier partida
y lo bastante
golosa
Debe ser por el
recuerdo de la vez
que, llevándolo
de mano
en una baza sin
descarte,
a punto estuve
de perder
más de lo que
debí jugarme.
O eso o que soy
jugador conservador
y poco dado,
además, a los faroles…
Hasta un póker
de damas
puede acabar
como una escabechina,
contigo rodando
sin control
por la escalera
sin colores de la vida.
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