La feria

Si vivieras en Madrid,
estarías a estas horas -como yo-
quejándote del calor y disfrutando 
del olor de los libros y las plantas. 
Si nuestras raíces 
se hubieran puesto de acuerdo 
como hicieron nuestras ramas 
y las hojas -de árboles, de libros-
que dejamos volar. 

Lo peor son los conocidos,
los que preguntan por ti 
inocentes y extrañados de no verte. 
Los que incluso comentan 
si no hemos pensado vivir juntos.
¿Qué responder? 
¿Ponerme tal vez a dar explicaciones? 
Mejor, simplemente alejarme,
sentarme en otro banco y leer
otros poemas que no hablen
de aquellas otras ferias…

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