Epílogo

Ni una lagrima más. Ni una gota
de sangre -ni aun de tinta-
derramada en este absurdo
sinsentido de escribir
sin decir nada
que no se haya dicho
hasta la saciedad o hasta la náusea.
Ningún amor –y ningún desamor-
ninguna muerte,
ningún amanecer,
ningún ocaso,
merecen el dolor
hermoso –o el intento-
de vaciarse tan torpe,
inútilmente,
en un cuaderno azul,
en una hoja
que de todas maneras
van a hacer olvidar
las manos implacables del olvido.

©Santiago Pérez Merlo

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