Regreso al futuro

Tengo, no sé, unos 80 años.
Tal vez algunos más.
O muchos menos. 
Tuve una infancia feliz:
mis padres me querían.
Tuve una juventud 
alegre, sin temores,
sin guerras, sin hambrunas;
sólo con los malos ratos 
de cualquier juventud:
los cura el tiempo habitualmente. 
De mi edad adulta 
-quién sabe cuándo empezó aquello-
tampoco tengo queja:
unos cuantos amores 
(algunos me quisieron más que otros,
pero eso no es extraño:
yo mismo así lo hice);
una hija que adoro 
y que aún me quiere;
un puñado de amigos y de perros
(todos fieles y dignos de su nombre).
Tuve problemas, claro, 
¿cómo si no llamar a esto “vida”?
Y fui sobreviviendo.
He llegado hasta aquí. 
Ninguna queja, insisto. 
Me voy solo, como nos vamos todos,
pero creo que he vivido acompañado.
Conocí el dolor y la tristeza.
Y también la alegría.
Y conocí el amor. Nunca dejé 
de tenerlo presente. 
No me importa marchar.
Que nadie llore. 
...
(Si se me olvida, cuando llegue el día,
recuérdenme que hace muchos años
escribí unos cuantos versos
parecidos a estos).

2 comentarios:

  1. Bonito poema, Santiago!!! Y muy original.Juega con el tiempo y remueve la imaginación. Enhorabuena

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