El ataque

Sólo el ruido lejano, 
que hasta puedes desoír si te concentras 
en ese trino aislado,
en el crujido de una rama 
bajo tus pisadas y el “tris tris”
que parecen hacer 
las patas de ese perro que camina a tu lado. 

Y de pronto el mordisco, la garra 
que se clava en el costado,
rasga la carne y rompe los silencios.
Tu recuerdo que ataca
cuando menos lo esperas.
Ese dulce dolor que es ver tu imagen 
cuando no te veo. 

©Santiago Pérez Merlo

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