«No hay que esperar nunca, hay que vivir»,
(De “Así que pasen cinco años”,
(De “Así que pasen cinco años”,
Federico García Lorca)
tumbado en ese diván,
con mi pipa encendida
viendo pasar las horas y esperando
una caricia, un gesto,
una mano que se posa en la mía.
Aunque me crezca el pelo
y mi barba se pueble de canas
con la velocidad
de los años pasados:
seguiré para siempre en ese diván,
detenido hasta el final el tiempo
por el destello instantáneo que le regaló
tu mirada.
con mi pipa encendida
viendo pasar las horas y esperando
una caricia, un gesto,
una mano que se posa en la mía.
Aunque me crezca el pelo
y mi barba se pueble de canas
con la velocidad
de los años pasados:
seguiré para siempre en ese diván,
detenido hasta el final el tiempo
por el destello instantáneo que le regaló
tu mirada.
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