sin despegar los labios,
sin decir ni una palabra ni emitir
más sonido
que acaso si es que ronco cuando duermo
-no me miren así: lo desconozco-.
Poco después, fueron setenta y dos
y hace unas semanas me di cuenta
de que llevaba seis días
sin decir nada a nadie.
Un día descubrí que no pasaba nada,
que todo estaba en orden,
que yo era -tal vez aún lo soy-
solamente silencio.
©Santiago Pérez Merlo
©Santiago Pérez Merlo
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